Mi hijo acude a terapia. Hace tiempo decidimos llevar a nuestro hijo a terapia con un psicólogo, y buscamos Psicólogos en Valdemoro. La decisión no fue fácil, ni para él ni para nosotros. Tenía 14 años cuando lo decidimos. Ahora lleva un año en terapia. Su madre y yo teníamos muchas dudas. Queríamos lo mejor para él, pero no teníamos claro si la solución era consultar con un psicólogo. Yo era más reacio que su madre. Siempre he pensado que los psicólogos son para las personas que no saben solucionar sus problemas por sí mismos, y no quería que mi hijo fuera una de esas personas. Sin embargo, me di cuenta de que necesitaba ayuda, y de que nosotros, sus padres, no podíamos proporcionársela. Recuerdo sentirme fracasado por ello. Ahora pienso que es bueno que los padres asumamos que no todo está en nuestras manos, en lo que se refiere a nuestros hijos.

El primer encuentro con el psicólogo fue bien, aunque era una situación nueva para nosotros. Estuvo muy correcto, y nos informó de todo. Nos dijo que a los menores también les ampara el secreto profesional, pero que nos informaría de cualquier situación importante. También nos ofreció la posibilidad de tener sesiones con nosotros de vez en cuando, para ayudarnos a manejar ciertas situaciones con nuestro hijo. Esto nos dio confianza. Mi hijo se mostró colaborador y quería empezar cuanto antes.

Al principio todo fue bien, él acudía a sus sesiones y nos contaba muy poco de lo que hablaba allí. Con el tiempo nos dimos cuenta de que esto no era malo. Aprendimos a respetar su privacidad y a confiar en él. Al cabo de unas sesiones, mi hijo empezó a pasar por una situación complicada y faltó algunas veces a su sesión. El psicólogo le explicó que si no acudía no podía ayudarle. Hubo un par de veces que faltó y no avisó al psicólogo, y éste le dijo que era necesario que le avisara con tiempo, salvo motivos justificados, y que, si seguía repitiéndose el hecho de no acudir y no avisar con antelación, debería plantearse si realmente quiere ayuda. Al principio, esto nos sorprendió y nos generó cierta desconfianza. Fuimos a hablar con el psicólogo por este tema, y nos explicó que nuestro hijo estaba faltando de forma reiterada a sus sesiones. Que no acudía o avisaba con muy poca antelación. Nos comentó que necesita el compromiso del paciente para poder ayudarle, y que es fundamental que nuestro hijo aprenda que tiene una responsabilidad y que debemos ayudarle entre todos asumir ciertos límites. Nos dijo que, si no acude a su sesión y no avisa con tiempo, no se está responsabilizando de ello. Nos dejó claro que detrás de todo esto está el beneficio del paciente, y que esta forma de actuar es terapéutica y le ayuda a entender que debe comprometerse. Él ha pedido ayuda, y para poder ayudarle debe acudir, responsabilizarse. Del mismo modo, nos dijo que cuando empezó a faltar a sus sesiones, coincidió con un momento muy crítico de la terapia, en la que empezaron a tratar un tema de especial relevancia para nuestro hijo, y que le cuesta especialmente hablar de ello. Entonces pudimos entender mejor todo. Si el psicólogo no hubiera puesto límites a nuestro hijo, no le estaría ayudando a responsabilizarse de sus cosas, y sería el psicólogo el que se haría cargo de asumir los problemas derivados de no acudir o de no avisar. Pensamos en qué pasaría si fuera al contrario, y el psicólogo empezara a faltar a las sesiones, sin avisar o avisando tarde…

Más adelante las cosas empezaron a cambiar. Nuestro hijo empezó a acudir como al principio, de forma regular. Notamos un gran cambio en él. Estaba mucho menos angustiado, más tranquilo. Empezaba a madurar, a ser más responsable. Seguía sin compartir con nosotros lo que hablaba con el psicólogo, pero entendimos que eso debía ser así.

Nos dimos cuenta de que no habíamos dejado hacer su trabajo al psicólogo desde el principio. No habíamos confiado del todo en él, en su criterio, en su profesionalidad, en su trabajo. Yo llegué a sentir que me podía separar de mi hijo, y fue justo al contrario. Incluso llegué a pensar que había fracasado como padre, y que el psicólogo me sustituiría en algunas cosas. Con el tiempo me di cuenta de que esto era una cuestión que estaba en mi cabeza, y que él siempre se mostró dispuesto ayudarnos, de forma muy profesional.

Ahora sé que la ayuda que ha prestado a mi hijo ha sido fundamental. Confío plenamente en su trabajo. Gracias a él y por supuesto, a mi propio hijo, su vida, sus cosas, están mucho mejor. Siento que acudir a terapia le servirá para afrontar las situaciones de la vida con mayores recursos, y que el beneficio que está obteniendo es inmenso.

Si los padres fuéramos capaces de confiar más en nuestros hijos y en las personas que trabajan en su educación, en su desarrollo, en su bienestar, todo sería más fácil. Nuestro papel, nuestro lugar como padres, no nos lo quitará nadie por el hecho de pedir ayuda en algún momento.

Atentamente,
Un padre que lleva a terapia a su hijo

 

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Psicólogos en Valdemoro

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